La palabra clave para entender la realidad boliviana antes y después de la militarización de la casa de gobierno el 26 de junio, es “incertidumbre”.
Es importante comentar la situación que se vivía en Bolivia cuando el suceso inició; ya existía un contexto de incertidumbre marcada por una crisis del dólar y un conflicto interno en el partido de gobierno.
En cuanto a la primera, vivimos una situación en la que existe una escasez del dólar en la cual, por un lado se mantiene el precio oficial de intercambio de divisas (con límites para hacer intercambio de divisas a través de los bancos), pero se ha generado un mercado paralelo clandestino de compra y venta de dólares en el que el precio es notoriamente mayor; esto genera una situación de especulación y aumento de precios que poco a poco ha ido afectando los bolsillos de la población en general.
En cuanto al conflicto interno del Movimiento al Socialismo (MAS), que es el actual partido de gobierno, se trata de una pugna por definir el liderazgo del mismo, entre el ex presidente Evo Morales y el presidente actual Luis Arce; que entre otras cosas ha producido una ruptura entre el poder Ejecutivo y el poder Legislativo. Esto último ha generado situaciones en las que distintos créditos y otras propuestas legales exigidas por el poder Ejecutivo no son aprobadas por el Legislativo, provocando una situación de estancamiento político.
En ese contexto, el Intento de Golpe de Estado generó una exacerbación de la incertidumbre vivida por la población. Por un lado, mientras se desarrollaba la situación la gente comenzó a agolparse en supermercados y tiendas de barrios para abastecerse de productos de primera necesidad, y en los bancos y casas de cambio las filas para conseguir dólares se intensificaron. El resultado de esto fue una mayor especulación y el alza de precios que duró varias semanas después del hecho e incluso permanece hasta hoy. Por otro lado, los bancos incrementaron sus políticas de limitación de pago de dólares creando mayores límites en los pagos por internet y disminuyendo los montos autorizados de las tarjetas de crédito o débito mensual para pagos en dólares desde ese mismo día, lo que hizo que la situación de “escasez de dólares” se sintiera con mayor fuerza. Poco después del hecho, además, se generó una crisis de hidrocarburos, por una situación de los puertos de Chile, que solo se sumó a la incertidumbre que siente la población respecto a la situación económica del día a día.
Sin embargo, además de la economía diaria, existe una fuerte incertidumbre política que igualmente se exacerbó después del hecho. Durante el Intento de Golpe varios de los miembros del ala Arcista comenzaron a decir que el responsable de todo el hecho era Evo Morales; y posteriormente, el General Zúñiga, en ese momento comandante de las Fuerzas Armadas y principal actor del suceso, comenzó un discurso en el que hablaba de “una élite que se apoderó del estado” y exigió la liberación de personajes de oposición como Jeanine Añez y Fernando Camacho (ambos actores importantes durante los conflictos del 2019). Después de que fuera capturado, en cambio, el mismo General Zúñiga inculpó a Arce, indicando que buscaba un autogolpe orquestado en conjunto con las fuerzas armadas.
En este sentido, es difícil para la población en general tener una visión clara de los eventos que ocurrieron esa tarde. Hay muchos entre la población que creen que todo fue un teatro (una actuación teatral); hay otros que aceptan la versión de que Evo Morales estuvo detrás de los eventos, y hay otros que creen que fue un agravio por parte de los propios militares. En este sentido, lo que prevalece en la sociedad boliviana hoy en día es la incertidumbre sobre las instituciones del estado; es decir, después de los eventos, la gente ha perdido casi por completo la confianza en el estado. Esto también se está manifestando actualmente en la falta de confianza en los resultados preliminares recientemente publicados del Censo 2024. Esta desconfianza en las instituciones se traduce en una falta de credibilidad en cualquier política que se implemente, y varios sectores sociales han comenzado a exigir la renuncia de Arce y nuevas elecciones, como los sindicatos y los trabajadores del transporte, así como algunos grupos campesinos simpatizantes de Evo Morales. Por otro lado, el discurso fascista y militarista también aumentó a partir de ese día; hay sectores de la población boliviana que piensan que la solución a la situación actual es “el regreso del gobierno militar”, con una nostalgia equivocada por las dictaduras militares que causaron tanto dolor y muerte en el país.
A partir de todo esto, se dio también un cambio notorio en las políticas económicas del presidente Arce. Para afrontar la situación económica, el presidente sostuvo reuniones con la Central Obrera Boliviana, sin llegar a propuestas claras ni consensos, por lo que luego optó por reunirse con el sector empresarial del país y a raíz de estas reuniones con los empresarios se están implementando políticas de liberalización de mercados en algunas áreas (recientemente se redujeron los aranceles del sector medicamento) y se está haciendo una escalada clara por parte de reducir las restricciones para el sector agro-industrial. Esto último es especialmente amenazante, pues se da en medio de un contexto de incendios en la Amazonía, en su mayoría provocados y que obviamente se encuentran totalmente desatendidos; por lo que reducir las restricciones del agro podría traducirse en el aprovechamiento de este sector para continuar su daño a la madre tierra.
Se está buscando salir de una situación económica compleja a través de favorecer a sectores poderosos de la sociedad (el empresariado y la agro-industria) pero la sociedad de a pie no encuentra nada que le dé seguridad y certidumbre a su propia situación, los precios continúan aumentando, la situación del dólar empeora y los incendios incontrolables aterrorizan a los pueblos del oriente.
Hace una semana Evo Morales convocó a una marcha que llegó hasta La Paz, cede de gobierno, amenazando con cercar la zona y provocar la renuncia del actual presidente si no se cumple con sus demandas, entre ellas la renuncia de varios ministros. Una de las principales razones para estas medidas de presión conducidas por Morales es su determinación de ser el candidato del MAS para las siguientes elecciones presidenciales a pesar de no contar con el apoyo de una mayoría dentro de su partido. Esta marcha desembocó en conflictos, disturbios y enfrentamientos de ambos bandos, quienes apoyan a Evo Morales contra los partidarios que apoyan al presidente Arce.
En este contexto de incertidumbre, la ya mencionada desconfianza ante los datos del Censo 2024 podría agravar aún más la conflictividad regional en el país; conflictividad que históricamente siempre ha utilizado como carne de cañón a los sectores menos favorecidos.
Grupo laico JPIC La Paz